miércoles, 4 de noviembre de 2020

 

Han llorado

los vientos peregrinos

y limpiado

la arena de los muelles.

Han soltado

rescoldos los navíos

y saciado de sal

la mar sin peces.

La mar,

que bogaba

exhausta de caminos.

 

Diana  Iriarte -    4/11/2020

miércoles, 18 de mayo de 2016

Un día más




       Bajo las mutaciones blancas zumba el enjambre del mediodía.
       Inmóvil el árbol de flores rojas.
       Inmóviles lavanda, romero y jazmín.
       Inmóviles unas ropas colgadas contra la pared sur.
       Cerca de mi ojo ondula una entidad negra y desvío la mirada al sol y a mi vestido de rombos.
        _ Es muy pronto _ le digo.
        _ Es lo justo_ replica.
        _ Aún no he cosechado la miel.
        _ Esa miel no es para ti. ¿Qué guardas en los bolsillos?
        Absorta en un camino de hormigas, mi mano derecha reconoce pomos de pintura en un bolsillo que no existía. La izquierda, siente un puñado de semillas.
         _ ¿Cuál eliges?
         Y deseo este resplandor y también la sangre dorada de los cielos y fragancias asomando en la trama de los grillos. Sé que en Su proximidad abundan los espejismos, por eso, contra lógica e instinto aferro las pinturas.
         Risita burlona de quien fue burlado.
         En el remolino negro que espío a mi costado me parece ver un trapo de rombos coloridos.

                                                                   Diana Iriarte -25/5/2013

Lo que vio el angelito de la pared occidental



 
    “La sabiduría antigua fue transmitida entre mujeres”, dijo mi vecina acomodando el  almácigo de menta en una macetita terracota. ”Deberías ponerte los vestidos del revés cuando barras la vereda”, aconsejó metiendo esquejes de romero en  el cantero gris.             “Y nunca olvides que  ropa blanca dejada al sereno en noches de luna plena es protección” concluyó fijando con violencia una mata de ruda en el último tiesto.

    Humilde perfume sudó la violetita del rincón cuando los sicofantes apostados en el árbol emprendieron su vuelo.

                                                                              
                                                                          Diana 2013-2015

Incompetencia divina





       Por más que cante mantras y sobre todo, porque no hablo sánscrito cómo podría entender su minúscula voz.
       Por más que realice el ademán de degollar a su hijo Iscarabajac , cómo podría desde tan alto ver el brillo de su daga , o conseguir yo un cordero tan chiquitito, cómo.
       Cómo podría, insisto, advertir que ha peregrinado desfalleciente el Camino de Escarabantiago si apenas viene desde el jardín.
       Cómo distinguir las cinco oraciones que murmura en veinticuatro segundos enfocado a la Mecarabaj.
Ay, cómo no aplastar este escarabajo, cómo.

                                                                             Diana Iriarte- 19 de abril de  2013